Las necesidades básicas como la comida, la vivienda y la ropa son cosas que la mayoría de nosotros damos por sentadas, pero para alguien que lucha contra la falta de vivienda, se cuestionan constantemente. La vida cotidiana se convierte en un desafío, y para alguien con una enfermedad mental o una adicción, la vida puede volverse cada vez más difícil. Si bien hay muchas causas, las personas con trastornos de salud mental o por consumo de sustancias son más susceptibles a los factores que conducen a la falta de vivienda. También es más probable que experimenten la falta de vivienda durante períodos de tiempo más largos o más de una vez. Y la falta de vivienda, a su vez, puede amplificar los trastornos de salud mental. De hecho, la investigación muestra que El 71% de las personas sin hogar tienen una enfermedad mental o estrés postraumático, y el 59% están luchando con trastornos por uso de sustancias a largo plazo.

Para ayudar a las personas a salir de este círculo vicioso, debe ser una prioridad eliminar las barreras para acceder a la salud mental y el apoyo para el uso de sustancias a través de la atención comunitaria.

La vivienda de apoyo, una estrategia muy eficaz que combina viviendas asequibles con servicios intensivos coordinados, puede proporcionar la asistencia necesaria. A través de este enfoque Housing First, las personas más necesitadas podrán acceder a la vivienda sin que se les impongan barreras altas. Una vez estabilizados, pueden comenzar a abordar problemas como la salud mental, el abuso de sustancias, la capacitación laboral y más.

Los estudios nacionales muestran que la vivienda de apoyo no solo resuelve la falta de vivienda y aumenta la estabilidad de la vivienda, pero también mejora la salud y reduce los costos públicos reduciendo el uso de servicios de crisis financiados con fondos públicos.